Gracias, Jesús mío, por la bondad con que me has recibido y permitido gozar de tu presencia y compañía amorosas.
Me vuelvo a mis ocupaciones. Mi corazón queda contigo. En mi trabajo y en mis descansos me acordaré de ti, y procuraré vivir con la dignidad que merece tu amistad divina.
Dame tu bendición y concédeme todas las gracias, que necesito, para amarte y servirte con la mayor fidelidad.
Bendice, Señor, a nuestro Santo Padre el Papa, tu vicario en la tierra, al obispo de esta diócesis y a mi pàrroco; ilumínales, santifícales y líbrales de todos sus enemigos.
Bendice a tu Iglesia Santa y haz que su luz brille en todas las naciones; y que los paganos conozcan y adoren al único verdadero Dios y a su Hijo Jesucristo.
Bendice a tus sacerdotes, diàconos, religiosos y religiosas; santifícalos y multiplícalos.
Bendice y protege a nuestra nación.
Bendice a todos nuestros bienhechores y concédeles la bienaventuranza eterna.
Bendice a los que nos han ofendido y cólmalos de beneficios.
Bendice a todos nuestros familiares y haz que vivan todos en tu gracia y amistad y que un día nos reunamos en la Gloria.
Da el descanso eterno a todas las almas de los fieles difuntos que están en el Purgatorio.
Da la salud a los enfermos. Convierte a todos los pecadores. Danos a todos tu divino amor, para que la fe que nos impide ahora ver tu santísimo rostro se convierta un día en luz esplendorosa en la gloria, donde en unidad con el Padre y el Espíritu Santo te alabemos y bendigamos por los siglos de los siglos.
Amén.